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jueves, 15 de noviembre de 2012

Mi madre Marisa

A veces me siento a tú lado
cuando la tarde deja paso
a la siesta en el sofá.
Te miro y las lagrimas
brotan sin querer parar.
Tus arrugas me hablan
de seis árboles con
hojas verdes y grandes frutos,
y de uno que solo
en el recuerdo vive ya.
Me hablan de pies descalzos,
de escarcha en las pestañas,
de hierro y carbón.
Me cuentan de tú fuerza
de la lucha por sobrevivir.
De felicidad interrumpida,
de un gran desamor.
Me susurran que pocos
kilómetros quedan ya
y que un día  te dormirás
para no despertar.
Ni con cien vidas
que vivieramos alcanzaría
para agradecer todo lo
que diste por nosotros.
Y ahora por los míos,
que son tuyos también.
Envidio tú fortaleza
y tú generosidad.
Lo hiciste bien mama
puedes descansar,
pero junto a mi.

GRACIAS MAMA

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