cuando aún dormida
como la hiedra al muro,
metes tú cabeza
en mi cuello,
y con esa dulce voz
me dices,"buenos días mama"
siento una ternura
que invade todo mi ser.
Poco a poco
tus ojos color miel
se abren a la luz y,
son como dos puertas
a tú alma.
Tú sonrisa aparece,
el tiempo se detiene y
vuelve a amanecer.
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